Henri Émile Benoît
Matisse: Pintor francés líder del fauvismo.
Está considerado como una de las grandes personalidades en la
configuración del arte del siglo XX, maestro a la hora de expresar sentimientos
a través del uso del color y la forma. Matisse nació en Le Cateau-Cambrésis, en
el norte de Francia, el 31 de diciembre de 1869, en el seno de una familia de
clase media. Estudió derecho en París entre 1887 y 1889. Comenzó a ejercer como
abogado, sin embargo, en 1890, mientras se recuperaba de una apendicitis, se
sintió atraído por la pintura.
En 1892 abandonó su carrera de
abogado y fue admitido en la Escuela de Bellas Artes de la capital francesa. Su
primera formación la realizó dentro de la tradición académica y conservadora,
por lo que su primer estilo consistía en una forma convencional de naturalismo,
realizando numerosas copias de los cuadros de los maestros clásicos.
A su vez, estudió el arte
contemporáneo, sobre todo el de los impresionistas, comenzando su propia
experimentación, que le valió una reputación de miembro rebelde en las clases
del estudio.
La verdadera liberación artística
de Matisse, en términos del uso del color como configurador de formas y planos
espaciales, se produjo bajo la influencia de Paul Gauguin, Paul Cézanne y
Vincent van Gogh, cuya obra estudió con detenimiento desde 1899
aproximadamente.
Más tarde, entre 1903 y 1904,
Matisse se enfrentó a la pintura puntillista de Henri Edmond Cross y Paul
Signac. Ambos estaban experimentando con la yuxtaposición de pequeñas
pinceladas (a menudo puntos) de pigmento puro para crear fuertes
vibraciones visuales de color intenso sobre la superficie del cuadro.
Matisse adoptó esta técnica
pero la modificó aplicando pinceladas más amplias. Hacia 1905 había producido
unas imágenes cuya audacia cromática rompía con todo lo anterior. Entre estas
obras destaca Raya verde. Ese mismo año Matisse expuso junto a pintores de la
misma tendencia como André Derain y Maurice de Vlaminck.
Como consecuencia de esta
exposición, el grupo es bautizado como les fauves (literalmente las bestias
salvajes) por su uso estridente del color, distorsión de las formas y su
sentido expresionista en la captación de emociones. El bodegón representó un
papel central en la maduración pictórica de Matisse. Su primer cuadro fue una
Naturaleza muerta con libros. En 1902, año de ejecución de Las flores amarillas
atravesaba lo que algunos han calificado como el periodo oscuro, que acabó en
1904, periodo de obras de enorme energía que estallaría en las pinturas fauves
de 1905. A medida que fue considerado como el cabecilla del
radicalismo artístico, Matisse se ganó la aprobación de la crítica influyente y
de los coleccionistas.
Entre los encargos más importantes que recibió se encuentra, La Música y La Danza. Sus figuras de bailarines, y, en general, todas sus figuras humanas, responden, en primer lugar, a la expresividad de la forma, y sólo secundariamente a los detalles anatómicos. Este principio se extiende a otros campos como el de las esculturas en bronce, dibujos y obras en diversos medios gráficos. Matisse, junto al contenido intelectual, siempre destacó la importancia del instinto y la intuición en su producción artística. Afirmaba que un artista no tiene un completo dominio sobre formas y colores, sino que son las propias formas, líneas y colores los que deben dictar al artista sensible el modo en que deben ser combinadas. A menudo aludía al gozo que experimentaba al abandonarse al juego de las fuerzas del color y el diseño, y explicaba las formas rítmicas pero distorsionadas de muchas de sus figuras en términos de la revelación de una armonía pictórica total. Desde 1920 hasta su muerte, Matisse pasó mucho tiempo en el sur de Francia, sobre todo en Niza, pintando escenas locales de colorido fluido y brillante. Cuando contaba con una edad avanzada se le encargó la decoración de la capilla de Santa María del Rosario en Vence. Durante sus últimos años, debido a la dificultad a la hora de manejar el pincel y a su estado a menudo de postración, se entregó al découpage (técnica de papeles gouacheados y recortados), creando obras de un brillante colorido. Matisse murió en Niza el 3 de noviembre de 1954. A diferencia de otros artistas, tuvo un reconocimiento internacional durante su vida, gozando del favor de los coleccionistas, críticos de arte y de la generación de artistas más jóvenes. En 1952 se inauguró el Museo Matisse en su ciudad natal.
Entre los encargos más importantes que recibió se encuentra, La Música y La Danza. Sus figuras de bailarines, y, en general, todas sus figuras humanas, responden, en primer lugar, a la expresividad de la forma, y sólo secundariamente a los detalles anatómicos. Este principio se extiende a otros campos como el de las esculturas en bronce, dibujos y obras en diversos medios gráficos. Matisse, junto al contenido intelectual, siempre destacó la importancia del instinto y la intuición en su producción artística. Afirmaba que un artista no tiene un completo dominio sobre formas y colores, sino que son las propias formas, líneas y colores los que deben dictar al artista sensible el modo en que deben ser combinadas. A menudo aludía al gozo que experimentaba al abandonarse al juego de las fuerzas del color y el diseño, y explicaba las formas rítmicas pero distorsionadas de muchas de sus figuras en términos de la revelación de una armonía pictórica total. Desde 1920 hasta su muerte, Matisse pasó mucho tiempo en el sur de Francia, sobre todo en Niza, pintando escenas locales de colorido fluido y brillante. Cuando contaba con una edad avanzada se le encargó la decoración de la capilla de Santa María del Rosario en Vence. Durante sus últimos años, debido a la dificultad a la hora de manejar el pincel y a su estado a menudo de postración, se entregó al découpage (técnica de papeles gouacheados y recortados), creando obras de un brillante colorido. Matisse murió en Niza el 3 de noviembre de 1954. A diferencia de otros artistas, tuvo un reconocimiento internacional durante su vida, gozando del favor de los coleccionistas, críticos de arte y de la generación de artistas más jóvenes. En 1952 se inauguró el Museo Matisse en su ciudad natal.
En 1905 en el salón de otoño de
París, un crítico de arte llamado Louis Vauxelles llamó fauces
(fieras) a un grupo de artistas que exponían ahí sus obras, debido a
la violencia cromática que representaban las obras, se alejaban de manera
consciente de la realidad, estos pintores fueron los creadores del Fauvismo
movimiento intenso pero breve ya que en 1907, ya había perdido su carácter.
Quería que sus cuadros tuvieran autonomía con independencia del aspecto que
ofrecieran a nuestra mirada.
En este retrato duro y colorista
de la esposa de Mattise se
refleja la perfección del momento.
La mujer se encuentra en posición
de posar y seria, desvía su mirada ofreciendo así un aspecto de tranquilidad y a la vez de tensión. Desvía ligeramente su mirada
del frontal del cuadro.
Es una pintura mueble, un óleo
sobre lienzo, su composición es triangular, y su dimensión es planista.
Es muy importante destacar el
papel del color y de las líneas (del perfilado) que definen las formas del
vestido y el rostro, pero sin duda la línea más importante y que da nombre al
cuadro, es la que delimita los lados de la cara.
Realiza un juego de colores
(primarios y secundarios), cálidos como el amarillo y vibrantes realizados con una
pincelada larga y empastada que recuerda al impresionismo.
Mediante a la utilización del
amarillo, crea un juego de luces en el rostro con un lado más iluminado que
otro.
Es una pintura figurativa, no realista ya que no
pretende reflejar la realidad como es. Es muy antinatural, debido al empleo arbitrario del color, sin
ninguna función descriptiva.
Sus dimensiones son de 0.40 x
0.325. Y actualmente se encuentra en Copenhague, en el Museo Real de Bellas
Artes
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