Cristo Yacente
El Cristo Yacente es una obra de Gregorio Fernández,
el máximo exponente de la imaginería
castellana barroca del XVII. La
escultura española trata principalmente temas religiosos. Imágenes religiosas. Por eso, a los
escultores se les llama imagineros.
Los mecenas y clientes son cofradías, parroquias,
gremios. El material empleado, dada la crisis, es madera
policromada mediante
la técnica de estofado y de carnaciones. Con estas técnicas se busca
representar con todo realismo la piel, las telas...Tambien se
emplean cabello natural, lágrimas de cristal, telas en las imágenes de vestir,
ojos de cristal... Otra característica importante es la expresividad,
la exaltación religiosa, el dramatismo.
Heredero de la
expresividad de Alonso Berruguete y Juan de Juni, supo reunir a
estas influencias el clasicismo de Pompeyo Leoni y Juan de Arfe, de manera que su arte se liberó progresivamente
del Manierismo imperante en su época hasta convertirse en uno de los
paradigmas del Barroco español. Perteneció a la escuela de Valladolid, caracterizada por el
realismo violento de la escultura
religiosa, en el que se exalta el dolor y el patetismo.
El objetivo de estas figuras es mover a piedad,
conmover al creyente que contempla la obra. España está en el siglo XVII en su
Siglo de Oro cultural, pero esto coincide con la pérdida de la hegemonía de
España en Europa y con una grave crisis económica y social. La Iglesia es ahora
la principal cliente de obras de arte, muchas veces a través de las Cofradías.
En esculturas de este tipo se plasma el ideal de la Contrarreforma. Gregorio
Fernández, de origen gallego, se instaló a comienzos del XVII en Valladolid.
Favorecido por la Iglesia, cofradías pasionarias, nobleza y Monarquía, el
taller de Fernández alcanzó, incluso en vida del escultor, una fama
considerable.
El tema del Santo Entierro había aparecido en el
gótico, pero prontó surgió, a partir de ahí, el tema del "cuerpo muerto" exento para impresionar con más fuerza al
espectador (Cristo muerto de Mantegna). Gregorio Fernández retoma el tema y
crea un tipo iconográfico de éxito en el mundo cristiano. También creó otros
prototipos de "paso procesional" de Semana Santa, como La Piedad o el
mismo Cristo yacente. Es posible que esta obra, de la que no se sabe el lugar
de colocación, no se usara como paso procesional. Podría haber estado debajo
del altar, con lo que la impresión de cadáver adquiriría una mayor efecto.
El Cristo Yacente es una escultura exenta de bulto redondo, yacente, es una talla de madera policromada que
representa a Cristo muerto. El Cristo
Yacente representa a Cristo muerto sobre un sudario y refleja de forma muy
naturalista el cuerpo de Cristo agotado por el dolor y el sufrimiento y un
rostro demacrado.
La policromía
es sobria. Añade postizos, como por
ejemplo, dientes de marfil, heridas de corcho, ojos de cristal, uñas de asta. El tratamiento del desnudo nos remite a
Velásquez, con un estudio anatómico perfecto y de gran interés, por su efecto
de belleza plástica. El autor realiza una serie de detalles para provocar
efectos naturalistas, como el ligero levantamiento del esternón o el jugar con
direcciones opuestas en hombros y caderas. El sentimiento clásico del desnudo
desaparece bajo el horror de la reciente agonía, visible en las llagas, pero
sobre todo en la cabeza.
El interés lo centra en el rostro, alargando los rasgos, mostrando regueros de sangre, los
ojos entreabiertos, recurriendo para acentuar el naturalismo a elementos
postizos, como los dientes de pasta, por ejemplo que asomas por sus labios
resecos. Como su intención principal es crear en el espectador el sentimiento
de realidad, las encarnaciones, heridas, moratones, etc., son de gran realismo,
pero sin pretender caer en la exageración, solo con la pretensión de comunicar
un sentimiento.
Los marcados plegados del paño que le cubre a medias
por la zona genital y sirve de sábana, favorecen los contrastes lumínicos, dándole además un aspecto de metal muy
característico de su escuela. La
originalidad de la obra reside en que este Cristo no aparece relacionado ni con
la Cruz, ni con sus verdugos, ni con María o el resto de personajes que
tradicionalmente están presentes en las obras del martirio y la sepultura.
Existen varios modelos similares en los monasterios de
la Encarnación, San Felipe Neri y en San Plácido, en Madrid. Actualmente la
obra de Gregorio Fernández se encuentra en el Museo Nacional de Escultura de
Valladolid.
Adrián Sanz Correa
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