La Vocación
de San Mateo es una obra de Caravaggio,
que se realizo a principios del Barroco, durante los años 1599 y 1600. Se
encuentra en un lateral de la capilla Contarelli en la iglesia de San Luis de los Franceses en Roma, donde
aún se conserva. Sobre el altar de la capilla se encuentra la obra de San Mateo
y el ángel y en el otro lateral el Martirio de San Mateo. Es una pintura mueble cuya técnica es el óleo sobre el lienzo y mide 3,22 x 3,
40m.
La historia
de este cuadro comienza 40 años antes de que se pintara. En 1560 un cardenal
francés, adquirió en la iglesia de San Luis de los franceses en Roma una
capilla, que hoy lleva su nombre, la capilla de Contarelli. Veinte años más
tarde el cardenal falleció y en su testamento había dejado a su encargado
dinero e instituciones para la decoración de esa capilla. Eran muy precisas y
dejaban claro que debían recoger imágenes y escenas de la vida de su patrón,
San Mateo. Se contrató a Joseph Cesari, uno de los pintores manieristas de Roma
y del propio papa Clemente VII. Él se comprometió a ejecutar las pinturas en
año y medio pero siete años más tarde, el encargo seguía sin ejecutarse. Cansados
de esperar, en 1599 se firma un nuevo contrato con Caravaggio, un pintor casi
desconocido y joven, quién en el tiempo marcado la realizó.
Se trataba de
una obra bien pagada y en un espacio sagrado pero de acceso al público e
importante.
Su autor
Miguel Ángel Merisi, nació en 1571 en una ciudad de Roma llamada Caravaggio, de
ahí su sobrenombre. Durante los primeros momentos de artista se muestra
influenciado por el manierismo pero tempranamente se va adentrando en el naturalismo que tiene su traducción
técnica en el empleo de contrastes entre
luz y sombra.
La
personalidad compleja y agresiva de Caravaggio le llevó por una vida ajetreada
y violenta. Una larga estancia en un hospital marcó su pintura, pasó de colores
más claros y temas picaros y amables a torturas y martirios. Murió en 1610 con
tan solo 39 años en un ambiente de enigmas.
En el caso de
la Vocación es de temática religiosa,
Caravaggio describió a su manera, el pasaje bíblico en que se narra como Mateo
se convirtió en apóstol de Cristo según el evangelio.
La lectura del cuadro está dirigida por la luz que entra por una
ventana que queda fuera del cuadro. Se distinguen dos grupos de personajes: el primero, dos figuras de pie que
representan a Cristo, acompañado de San Pedro, estos señalan a uno de los
personajes de la mesa, invitándole a seguirle. Caravaggio pintaba muy rápido y
de manera directa y en este cuadro su arrepentimiento fue la introducción de
San Pedro porque tapa casi por completo a Cristo, esto no aparecía en la idea
original del autor pero lo añadió luego.
En el segundo
grupo aparecen unos hombres entorno a una mesa. San Mateo se encuentra con
cuatro acompañantes y con gesto sorprendido, parece preguntar si es a él a
quien llama y se dispone a seguirles. Un hombre mayor con anteojos mira a un
joven que continúa absorto en las monedas, ignorando lo que ocurre, mientras los
dos jóvenes de la derecha parecen sorprendidos ante los recién llegados.
Esta escena
representa un anacronismo, ya que encontramos a Cristo y San Pedro en el S. XVII,
que reconocemos por la vestimenta de los personajes, siendo contemporáneos de
Caravaggio. El plano superior tiene un fondo neutro y una ventana pero el foco
de luz proviene del exterior del cuadro, creando una línea diagonal que ilumina
la escena.
Para crear
profundidad y volumen vemos la técnica
del tenebrismo iniciada por Caravaggio y el uso del claroscuro. Se caracteriza por el contraste de luces y sombras,
creando dramatismo.
También es
destacable el realismo de
Caravaggio, que imita perfectamente materiales como plumas, pelos o telas. Este
realismo junto con el tenebrismo logra un estudio psicológico de los
personajes, reprensados con la misma humanidad sin importar su clase social.
Los colores
de la obra son cálidos pero pálidos. Predominan los secundarios entre los que
encontramos tonos tierra, grises o naranjas, aunque también se utilizan colores
primarios como el rojo en algunas telas.
En cuanto a
las influencias, Caravaggio se inspiró para esta composición en un grabado de
Holbein y utilizó algunos de los modelos habituales en sus cuadros como La Buenaventura. Caravaggio no se olvidaba
de los maestros del renacimiento, y rinden este cuadro un pequeño homenaje,
tanto a Miguel Ángel como a Leonardo. La mano extendida de Cristo imita el
mismo gesto que Miguel Ángel había pintado en la Capilla Sixtina al evocar la
creación del hombre.
De Leonardo
parece acordarse también al decidir la postura de los personajes alrededor de
la mesa, que evocan La última cena
Aun con la
popularidad de esta obra, la fama de Caravaggio apenas se conservó tras su
muerte porque no creó su propio taller para difundir su estilo. Sin embargo, su
técnica del tenebrismo fue muy importante, e influyó en pintores posteriores.
Raquel Vivas y Celia Alfanjarín
No hay comentarios:
Publicar un comentario