LA INMACULADA DE ALONSO CANO
La inmaculada de Alonso Cano
(1655-1656) es una pequeña escultura del barroco exenta de bulto redondo.
Alonso Cano es uno de los máximos
representantes de la escultura andaluza, el cual se formó en Sevilla. Además es
una persona que durante su vida trabajó la escultura, la pintura y la
arquitectura y uno de sus principales maestros fue Francisco Pacheco, del cual
copió toda iconografía religiosa.
Es un escultor con una vocación
clasicista muy marcada, persigue la belleza ideal al igual que obras del arte
italiano. Sus figuras son tranquilas y reposadas con rostros y actitudes con
cierta melancolía, que destacan por la finura y delicadeza que transmiten.
Además se interesa por las características de la escultura del manierismo, sobre
todo en las figuras que se ensanchan en el centro y se estrechan en la cabeza y
la cabecera, como muestra en esta escultura. Cano prefiere figuras infantiles
huyendo del dramatismo.
Esta inmaculada se conserva en la
Catedral de Granada y mide tan solo 50cm. En un principio estaba pensada para
colocarse en el facistol(un gran atril para sostener los
libros de cantos)del coro de la Catedral, pero como era tan pequeña y la
gente no podía contemplarla tuvieron que trasladarla a la sacristía, que es
donde se encuentra actualmente.
La inmaculada se caracteriza por
ser una figura muy juvenil, representando a la Virgen María, aparentemente de
unos 12 años, queriendo representar la idea de inocencia, con un rostro
distanciado y melancólico. Esta aparece concentrada en sus sentimientos más
íntimos sobre el privilegio y el dolor de ser la Inmaculada como madre de Dios
Esta es la Inmaculada más juvenil,
ya que otras como la de Gregorio Fernández parecía tener más de 20 años y la de
Juan Martínez Montañés aparentaba unos 17 o 18 años.
La estructura de esta escultura,
sigue las características del manierismo, como ya hemos dicho antes, usa la
silueta en disminución, ensanchándose en el centro y adelgazando la base.
La base es pequeña; no se trata
de la típica peana de una escultura, sino que tiene forma de nube. Esta es
pequeña en relación con el cuerpo de la Inmaculada que ha de sustentar. Estas nubes se adornan con unas caras de tres
querubines que se entremezclan entre ellas, como si formaran parte de las
propias nubes, lo que espiritualiza la obra. Y a partir de aquí surge la
figura, aumentando progresivamente esa espiritualidad.
Sobre las nubes y los querubines
se sitúa un movimiento ascendente de figura humana espiritualizada. El manto
tienes grandes pliegues, Alonso Cano aligera la base, en torno a los pies.
Observamos la diagonal que el manto azul inicia en la base, y que lleva la
mirada del espectador hasta el rostro y manos; son estas las dos pinceladas más
claras del conjunto y donde Cano concentra su maestría espiritual. Era habitual
que un hombro quedara libre del manto.
Hay que destacar la cabeza
dirigida suave y levemente hacia la izquierda, mientras las manos, desviadas
hacia la derecha, se juntan rozándose en la punta de los dedos. La mirada,
perdida en lo profundo, no se dirige al espectador sino a su interior.
También podemos observar un
estrechamiento en los extremos superior e inferior; que nos da un efecto donde
parece que la Virgen está suspendida en el vacío.
Con respecto a sus ropajes, los
pliegues son cortantes lo que crea claro-oscuros. Esta obra está influenciada
por el renacimiento ya que esta esculpida en madera policromada, destacando
colores como el azul del manto y el verde de la túnica. La policromía de la obra
la realizó el propio Alonso Cano ya que como hemos dicho antes también era
pintor, aunque aquí no usó el estofado, tan presente en los escultores
andaluces de la época.
Otros elementos, como la pierna
que se adelanta, la mirada lateral de la Virgen, el ritmo helicoidal, etc.,
contribuyen a dar la belleza clásica y a romper la frontalidad de esta obra.
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