viernes, 13 de marzo de 2015

Palacio de Versalles

Palacio de Versalles

El Palacio de Versalles es el mejor ejemplo de arquitectura palaciega en Europa, tanto por sus dimensiones como por la magnificencia de su estructura. Escenifica de manera excepcional el poder del rey absoluto. Pertenece al estilo Barroco (siglo XVII). Se encuentra en el municipio de Versalles (pueblecito a las afueras de París), norte de Francia, y fue construido a petición del rey Luis XIV durante la segunda mitad del siglo XVII.

Nos encontramos en el Antiguo Régimen, término que engloba un periodo de tiempo que comprende los siglos XV al XVIII. Los rasgos fundamentales de este periodo son la monarquía absoluta, la sociedad estamental y las estructuras feudales. El mayor ejemplo de monarca absolutista es Luis XIV, también conocido como Rey Sol. El poder de los monarcas proviene de Dios, de ahí la famosa cita “rey por la gracia de Dios”. Todos los poderes recaían en la figura del rey.

La obra simboliza el absolutismo real, es decir, la grandiosidad y el poder del monarca, ya que es la figura central y todo gira a su alrededor. El edificio será residencia de la familia real a lo largo del siglo XVIII. Al igual que otras muchas obras del Barroco, el Palacio de Versalles tiene fines propagandísticos, cualquier persona que lo observe debe quedar impactada ante la grandeza del monarca. El palacio pertenece al estilo Barroco, fácilmente reconocible por la desproporción del edificio, jardines, fuentes, esculturas… y, como se dijo anteriormente, la finalidad propagandística. En el siglo XVII Francia se establece como primera potencia europea, el palacio simboliza la hegemonía francesa.

Las tres claves de la arquitectura barroca en Francia son la sobriedad, la armonía y la claridad, todas ellas pueden apreciarse en los exteriores del palacio. Todo el urbanismo de la época pretende resaltar la figura del rey, ya sea con esculturas del rey, edificios conmemorativos, etc. El urbanismo francés de la época busca el uniformismo de sus plazas y de sus grandes avenidas.

En sus inicios no fue más que un modesto palacio mandado edificar por Luis XIII para la práctica de la caza. Durante su mandato, el palacio sufrió una serie de remodelaciones (aunque ninguna fue importante). Fue Luis XIV quien decidió ampliarlo para instalarse allí, para los servicios administrativos de Francia y para las actividades de ocio. El edificio podía albergar a 20.000 personas. Fue residencia de la familia real desde la segunda mitad del siglo XVII hasta finales del siglo XVIII, donde se inicia la Revolución, tras esta el palacio recibirá otros usos como el de Museo de la Historia de Francia. Los principales arquitectos fueron: Le Vau, autor de los grandes aposentos del rey, Mansart, autor de la galería de espejos (era el favorito del rey)  y Le Brun, encargado de la decoración interior.

Observamos una gran fachada, siendo en su conjunto bastante clasicista. En ella podemos apreciar una gran simetría. Destacan los numerosos ventanales que rodean el edificio. Todo el recinto muestra una gran conjunción entre arquitectura y naturaleza.

El palacio esta compuesto por tres palacios, el jardín y un parque de 800 hectáreas. El palacio cuenta con dos fachadas, la principal esta orientada hacia el centro de la ciudad, y otra trasera que se a abre a los inmensos jardines. La fachada presenta tres cuerpos: el cuerpo inferior, repleto de sillares almohadillados y ventanales simétricamente perfectos, el cuerpo central, que posee pilares que sostienen arcos de medio punto (a través de estos la luz penetra hacia el interior del edificio), que a su vez están decorados por pilastras jónicas que sostienen un entablamento, el cuerpo superior cuenta con una serie de ventanales rectangulares y esta rematado por una balaustrada, en la que observamos elementos decorativos como esculturas, jarrones, trofeos, etc. Para romper con la monotonía y otorgarle cierto movimiento observamos una disposición de terrazas, sobre todo en el cuerpo central. Los materiales empleados en su construcción fueron, mármol, piedra, oro, bronce, diamantes y las mejores maderas de la región.

El interior, diseñado en mayor medida por Le Brun, se encuentra lujosamente decorado, al mas puro estilo Barroco. Está repleto de estancias dispuestas en fila, todas ellas excesivamente decoradas con estampados de color oro, rojo y azul principalmente, las salas están repletas de sillones, grandes camas, muebles, alfombras, etc. La luz juega un papel fundamental en el interior, ya que los múltiples ventanales hacen que penetre, una vez dentro produce un juego de luces y sombras que combina a la perfección con el cromatismo de las estancias.

El Palacio de Versalles pertenece al estilo Barroco por la cronología, la finalidad propagandística y, por encima de todo, la desproporción. Prueba de ello son las cifras: el palacio cuenta con 700 estancias, 2513 ventanas, 352 chimeneas, 67 escaleras, 483 espejos. Sus dimensiones son de 67.121 m² de los cuales 50.000 son accesibles al público.

Los jardines tienen gran importancia en el conjunto. Luis XIV encargo a André de la Notre la creación y el acondicionamiento de los jardines. Para el monarca, eran tan importantes como el propio edificio y además exigía conocer cualquier detalle. Los jardines abarcan una superficie inmensa, con numerosos estanques, fuentes, esculturas. La creación de los jardines exigió un trabajo inmenso ya que en sus inicios, el terreno que ocupan no era mas que una zona pantanosa de bosques, por lo que hubo que traer tierra, plantas aloctonas, etc. Lo que más nos llama la atención es el gran canal.

El palacio se inspira en otros anteriores como el Palacio del Escorial, el Palacio del Louvre y el Palacio de las Tullerias, todos ellos de grandes dimensiones.
Versalles supuso un modelo arquitectónico que servirá de ejemplo a otros palacios europeos. El ejemplo más claro es el del Palacio Real de Madrid.

                                                                                                 Javier Morata 2ºA












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