Juramento de los Horacios
Esta obra fue pintada por Jacques-Louis
David, fue un pintor francés de bastante influencia en el estilo neoclásico. Realizada
en 1784, antes de la Revolución francesa. El cuadro tiene una dimensión de 330
x 425 cm y se conserva en el Museo del Louvre. Se le considera el paradigma de
la pintura neoclásica.
David realiza este cuadro durante
su segundo viaje a Roma. Durante esta larga estancia su pintura giró hacia un
clasicismo evidente en lo que se refiere a la técnica.
El tema es muy representativo del
estilo neoclásico. Inspirado en la Antigüedad romana, y recogido por autores
modernos, como Corneille, recoge el momento en el que tres hermanos (los
Horacios) juran sobre sus espadas antes del enfrentamiento con sus propios
cuñados. El conflicto se desarrolla entre el deber civil (defender la patria) y
los sentimientos (hacerlo a costa de enfrentarse con su propia familia), siendo
los hombres partidarios del primero, mientras las mujeres parecen vencidas por
los sentimientos.
La técnica que empleo David fue
el óleo de factura muy lisa, sin que se aprecie la pincelada suelta tan
habitual en el Barroco.
La composición es muy rigurosa,
dividida en tres grupos perfectamente equilibrados que se refuerza con la
arquitectura del segundo plano, incluyendo cada grupo dentro de un arco.
Podríamos, por otra parte, hablar
de una composición piramidal cuyo vértice superior coincidiría con el tema
básico, las espadas.
Todo nos habla de una voluntad de
equilibrio que nos podría recordar al Renacimiento, alejándose por completo del
dinamismo Barroco.
En cuanto al color y la línea.
Predomina la primera sobre el segundo, en un nuevo intento de alejarse de la
pintura visual del arte barroco. Las figuras se perfilan con toda nitidez sobre
el fondo oscuro y vacío, dándoles una apariencia escultórica, como si nos
encontráramos ante un relieve. Existe una voluntad de detalle (ver anatomías o
vestimentas), así como un fuerte interés por las texturas.
En cuanto a los colores, se intenta buscar un
equilibrio (al modo clásico) entre cálidos y fríos, sin crear focos
determinados.
La luz proviene desde la zona
izquierda, reforzando los volúmenes, y de esta manera, su sensación escultórica
(muy visible en los paños). Se rehúye de los contrastes excesivos que hagan
perder claridad a la escena, contentándose con el fondo oscuro que más que dar
emoción a la escena, la cierra en profundidad, colocándonos sobre el primer
plano.
La perspectiva es lineal y
remarcada por las líneas de fuga de los baldosines. Las arquitecturas del
fondo, unidas a las sombras bien remarcadas, crean un espacio casi teatral en
donde actúan los personajes, sin que existan detalles o decoraciones que nos
puedan distraer. (El espacio es un puro escenario neutro, vacío, ya muy lejano
de los ambientes dinámicos y emocionales del Barroco).
Unida a la composición, la
perspectiva crea un eje de fuga en la zona central, lo cual contribuye al
equilibrio antes citado.
Los personajes adoptan posturas
teatrales, algo grandilocuentes, lo cual sería explicable si pensamos en el
carácter moralizante del lienzo. Sus gestos son rotundos (en los hombres,
decididos por la patria), mientras que en las mujeres podemos observar posturas
más curvilíneas y melancólicas que nos traen a la memoria el mundo de los sentimientos.
En todas las figuras encontramos
una evidente idealización. Más que personas reales, parecen actores que
encarnan determinados arquetipos o ideas, siendo más importante el grupo que
cada una de las individualidades (las mujeres, por ejemplo, más que mujeres
individuales, son la representación de la tristeza, al igual que los Horacios
lo son de la determinación y el sacrificio a favor de unos ideales).
Sus modelos, más que la realidad
(como era típico en lo Barroco), los deberíamos buscar en las esculturas
clásicas.
Para finalizar concluyo diciendo que
el “Juramento de los Horacios” es una
de las obras más importantes del Neoclasicismo así como la obra más
representativa de David.
Gustavo Armas.
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