viernes, 24 de abril de 2015



Los fusilamientos del tres de mayo


Una de las obras maestras de Francisco de Goya ,Los fusilamientos del tres de Mayo.
Francisco de Goya y Lucientes ,nace en Fuendetodos (Zaragoza) el 30 de Marzo del año 1746, en el seno de una familia de posición social media. Aunque no fue un artista precoz, demostró temprana afición al dibujo. Destaca porque su personalidad artística, no se sometía a normas ni exigencias.                                                                                 
 Goya es llamado en 1774 a Madrid para trabajar como cartonista en la Real Fábrica de Tapices, a través de ellos refleja una visión optimista de la vida madrileña y de las costumbres populares.   A lo largo de estos años empezó a realizar numerosos retratos , uno de los géneros que cultivó con verdadera maestría , gracias a ello se convirtió en el mejor retratista de su tiempo lo que le proporcionó éxito y fortuna.                                                                     
 En 1792 cayó en la enfermedad de la sordera, aunque cabe destacar que por su extraordinaria vitalidad la consiguió superar y con 50 años Goya inicia una obra gráfica(dibujos y grabados) que tendrá una influencia decisiva en el siglo XIX.                      
A finales de 1807 los ejércitos de Napoleón atravesaron España. La Guerra de Independencia marca un nuevo hito en su vida que le lleva a una amarga reflexión sobre la irracionalidad latente en la naturaleza humana y a un profundo pesimismo . Goya refleja su visión de los hechos en dos obras magistrales: El dos de mayo y Los fusilamientos del tres de mayo.                                                                                                 En el reinado de Fernando VII su desencanto aumenta y realizó su etapa conocida como las Pinturas Negras, auténticas imágenes de pesadilla y verdaderas imágenes de horror que nos muestran el lado más oscuro de la vida.                                                
 En 1823 abandona España y marcha a Burdeos , donde murió cinco años más tarde.
En cuanto al tema, es histórico ya que plasma los acontecimientos ocurridos en 1808 . Napoleón había invadido España y la casa real tenía que seguir sus órdenes.  El 2 de mayo de 1808 el pueblo madrileño intentó evitar la salida del infante Don Francisco hacia Francia. Se descontroló y las tropas francesas dispararon contra el pueblo madrileño, esto es conocido como los levantamientos del 2 de mayo.  El estallido de la Guerra  de Independencia en mayo de 1808 supuso un gran conflicto interno para Goya, ya que su ideología liberal le acerca a los afrancesados mientras que su patriotismo lo atrae hacia los que están luchando contra los franceses. Por ello en el cuadro se puede apreciar una visión patriótica del 3 de mayo. Goya lo realizó con posterioridad y plasma cómo pudo ser el episodio tan violento y  cruel en el cual muestra su oposición contraria a esos hechos y da una lección contra la irracionalidad del ser humano.
El artista demuestra un absoluto dominio de la composición, un extraordinario sentido del espacio y la luz, una progresiva fluidez en su pincelada y una paleta de amplio colorido.
La escena es un exterior nocturno, indefinido, pero que históricamente se sabe que fue la montaña de Príncipe Pío, al fondo podemos observar un pequeño pueblo.

En la composición del cuadro hay dos grupos enfrentados y contrapuestos: en primer lugar los españoles en los que vemos los ejecutados , ofreciendo su cara al espectador y en segundo lugar el grupo de los franceses que están ejecutando a los patriotas. Los soldados están de espaldas al espectador , no se aprecian sus rostros puesto que Goya no le dio importancia ya que son verdugos anónimos, máquinas de matar que ejecutan órdenes. Su formación es perfecta ya que están alineados y con un movimiento unísono en todos ellos.                                                                                                        Dentro del primer grupo hay tres grupos: los que están a la espera de ser fusilados y que ven con horror su futuro, los que están siendo fusilados y los muertos.                                               Un hombre cuyo cuerpo yace en el suelo con los brazos extendidos presagia el destino de los rebeldes que aún permanecen en pie. El siguiente personaje que va a ser fusilado, ocupa el centro de la composición, y resalta del resto de los personajes. Posee los brazos extendidos hacia arriba, esto nos recuerda a un crucificado, y si nos fijamos bien en sus manos se observan estigmas en las palmas. Con este detalle Goya pretende hacer ver que el asesinato de indefensos es una realidad que se repite una y otra vez, no solo en esta guerra, sino de todas las formas de crueldad.

Encontramos líneas diagonales, la que forma la montaña del príncipe Pío y otra la del pelotón de fusilamiento. También tenemos líneas ondulantes de brazos y sables y las horizontales de los fusiles que dan a la escena un intenso dramatismo. Goya compuso este lienzo de modo que el espectador se viese obligado a contemplar la escena desde la posición de los soldados; de este modo el espectador capta la angustia y el miedo.

En cuanto al color Goya utiliza una paleta de tonos oscuros como el negro, color primario que simboliza la muerte; y los grises y algún toque verde, colores secundarios. También predomina la gama cromática de los colores cálidos que forman los ocres, marrones y el color amarillo anaranjado de los pantalones que simboliza la muerte; estos son colores secundarios y el rojo de la sangre, color primario. Los colores oscuros contrastan con el blanco (color primario) de la camisa del hombre que alza las manos. Podríamos decir de esta composición que sigue un "crescendo" cromático que va desde el blanco de la camisa del civil, hasta el negro de algunas vestimentas de los soldados. Estilísticamente, no podemos olvidar aquí el peso de la escuela tenebrista, que sin duda debió influir en Goya. Así, figuras como Ribalta o Ribera, que tanto arraigo tuvieron en España.

Respecto al tratamiento de la luz es bastante peculiar; predomina un fuerte contraste entre la oscuridad predominante en el fondo del cuadro y la parte de nuestra derecha compuesta por los soldados franceses que se quedan en penumbra,  frente a la luz que proviene de la camisa blanca,  los pantalones amarillos y el farol que ilumina a la gran masa de españoles, para darles importancia por su lucha y entrega.

Este cuadro transmite una gran sensación de horror, auténtico dramatismo, angustia y miedo reflejada en los rostros de todas las personas representadas y que nos sirve para hacernos una idea de la dureza y violencia que caracterizó esta guerra.

Es un óleo sobre lienzo que se encuentra en el museo del prado  y mide 2.68 por 347cm, algunas influencias en otros cuadros son ; La ejecución de Maximiliano de Manet y Matanza en Corea de Picasso.


Estos hechos los observó Goya con su criado Isidro “Desde esta misma ventana vio mi amo los fusilamientos con un catalejo en la mano derecha y un trabuco cargado con un puñado de balas en la izquierda. Si llegan a venir los franceses por aquí, mi amo y yo seríamos otras víctimas ,más.”
Isidro contó también que al acercarse la medianoche Goya le ordenó que cogiese el trabuco y le siguiese:” Fuimos a la montaña del Príncipe Pío, donde aún estaban insepultos los pobres fusilados. Era noche de luna, pero como el cielo estaba lleno de negros nubarrones tan pronto hacía claro como oscuro. Los pelos se me pusieron de punta cuando vi que mi amo, con el trabuco en una mano y la cartera en la otra, me guiaba hacia los muertos (...).
Luego, sentandonos en un ribazo, a cuyo pie estaban los muertos, mi amo abrió su cartera, la colocó sobre sus rodillas y esperó a que la luna atravesase un nubarrón que la ocultaba. Bajo el ribazo revoloteaba,gruñía y jadeaba algo (...), pero mi amo seguía tan tranquilo preparando su lápiz y su cartón. Al fin la luna alumbró como si fuera de día. En medio de charcos de sangre vimos una porción de cadáveres, unos boca abajo, otros boca arriba..”
Por ello el dramatismo de la obra parecía captado directamente de la realidad.
                                                                                                      Alejandra Lacueva y Ana Górriz





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