sábado, 14 de marzo de 2015

LA SAGRADA FAMILIA DEL PAJARITO DE MURILLO.

La Sagrada Familia del pajarito es una obra pictórica barroca que pertenece al siglo XVII.
Fue realizada en 1650 y es quizá, una de las obras más populares del artista sevillano Bartolomé Murillo.
Bartolomé Murillo (1617- 1682) es uno de los pintores más destacados del Barroco español, que perteneció a la escuela andaluza. Nació en Sevilla en el seno de una familia de catorce hermanos, a los nueve años quedó huérfano y cinco años después, entró a formar parte de una de las cuatro grandes escuelas que había en Sevilla, la de Juan del Castillo, donde se formó como pintor.
Durante toda su vida trabajó en Sevilla donde realizó su primer encargo importante, una serie de lienzos destinados al claustro de San Francisco el Grande. La serie se compone de trece cuadros, uno de los más destacados es La cocina de los ángeles.
Después de pintar dos grandes lienzos para la catedral de Sevilla, empezó a especializarse en los dos temas que mejor caracterizan su personalidad artística: la Virgen con el Niño y la Inmaculada Concepción, de los que realizó multitud de versiones.
Sus vírgenes son siempre mujeres jóvenes y dulces, inspiradas seguramente en sevillanas conocidas del artista. Aparecen rodeadas de ángeles, niños, nubes y luces que las envuelven en una atmósfera vaporosa. También se pueden encontrar rasgos semejantes en su representación de Jesús niño como El Buen Pastor.
Murillo representó también a niños de la calle, que parecen relacionados con la novela picaresca. Estos aparecen descalzos, visten con ropa vieja y parece deducirse que tienen que robar para subsistir, como se puede observar en su obra Los niños comiendo fruta. Así mismo también representó algunas figuras femeninas como La muchacha con flores.
En 1660, tras una estancia de dos años en Madrid (1658-1660), funda una Academia de Pintura junto con Francisco de Herrera.

Su carrera artística finalizó en 1682 con su obra Los Desposorios de Santa Catalina, ya que falleció mientras trabajaba en ella, a consecuencia de una caída desde un andamio.

Centrándonos en la obra, fue realizada en óleo sobre lienzo y responde a la técnica tenebrista del Barroco. Mide 144 x 188 cm y recibe este nombre debido al pajarito que el niño está mostrando con la mano derecha al perro que se encuentra a sus pies.

A pesar de ser una escena, en apariencia, familiar y cotidiana, en realidad se trata de un tema religioso y los personajes que aparecen son la Virgen María, San José y el Niño Jesús.

En la obra se puede observar a La Virgen María devanando una madeja de hilo, mientras contempla a su marido, San José y a su hijo el Niño Jesús. Este se encuentra apoyado en los brazos de su padre mostrando una escena tierna entre padre e hijo, ambos protagonistas de la obra.

La importancia concedida a San José es fruto de las ideas contrarreformistas de valorización de su figura. Aquí lo vemos representado como un buen padre con un rostro inteligente y paciente, quedando la figura de La Virgen María en segundo plano.

Respecto a su composición se puede observar un triángulo en el centro de la imagen formado por San José, el niño Jesús y el perro que se encuentra en el suelo. Estos tres personajes también forman una línea diagonal formada por sus miradas entrecruzadas. La Virgen se encuentra en un segundo plano colocando así como personajes principales a San José y al Niño, lo que aporta profundidad al cuadro.

En la obra encontramos movimiento marcado por la rueca que esta hilando la Virgen ya que su hilo se encuentra en movimiento.

En referencia a los colores, podemos apreciar un contraste entre claros y oscuros. El fondo de la escena representada es oscuro, lo que hace que los rostros de los personajes destaquen más.

La obra en general tiene una tonalidad oscura donde destaca la tela que San José tiene sobre sus piernas de color oro cálido y el blanco frío de la ropa del niño Jesús, de la tela de la cesta de labores de la Virgen María y del perro.

La luz que entra por la izquierda del cuadro provoca fuertes contrastes de luz y sombra, dejando el fondo en total penumbra.

El artista trata con cuidado cada uno de los detalles de la escena así, tras la figura de San José podemos observar su banco de trabajo y a los pies de María el cesto de la costura con las tareas que debe realizar, ambos simbolizan el trabajo. También se pueden observar los pliegues en el manto de San José o el gesto delicado del perrito.


Para finalizar, esta obra fue llevada a París por José I donde formó parte del Museo Napoleón. Más tarde, en 1819, ingresó en el Museo del Prado donde se encuentra actualmente. La obra muestra claras influencias de autores como Zurbarán y Ribera.








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