jueves, 19 de febrero de 2015

SAN SEBASTIAN DE BERRUGUETE

Nos encontramos ante una escultura de bulto redondo que representa a San Sebastián, un mártir del S.III que fue ejecutado en su segundo enfrentamiento contra el emperador Maximiano.

El retablo del convento de San Benito fue mandado esculpir por los benedictinos de Valladolid que contactaron con Berruguete tras su llegada de Italia. Fue tallado y montado entre 1527 y 1532.

Berruguete tiene un estilo muy particular, nervioso, donde la pasión y el movimiento se desatan, quitando importancia a la perfección para dársela al dramatismo.
Este recibió influencias de grandes artistas como Donatello, Leonardo y Miguel Ángel durante su estancia en Roma, esto le permitió participar en la gestación del movimiento Manierista que consiste en el alargamiento de la figura, la tensión desenfrenada, violentas contorsiones, la inestabilidad...

Tras su vuelta a España, Berruguete realizó las creaciones más geniales: el retablo de la Mejorada de Olmedo y el Retablo de San Benito el Real de Valladolid.
Los benedictinos contactaron con este ya que, deseaban modernizar la iconografía religiosa e introducción las novedades renacentistas. Como podemos encontrar en las obras de Donatello, en los esclavos de Miguel Ángel y en los desnudos de las tumbas de los Medici en Florencia.

Esta obra esta tallada en madera, ricamente policromada y abundante dorado. Estas obras talladas en madera se cubrían con varias capas de yeso y pintura y luego se le da un lustre especial para dar color y textura para que se asemeje a la piel humana. De este modo se contribuye a aumentar el gusto hispano por la madera como material inmejorable para las obras religiosas.

Las figuras de Berruguete pueden llegar a ser la definición perfecta del sentimiento de angustia espiritual. Esta angustia es representada a través de expresiones ausentes o doloridas (boca abierta, ojos oblicuos, apretando entrecejo). En esta escultura llamada San Sebastián, sabemos que su angustia se debe a su ejecución.

San Sebastián aparece adherido a un tronco, al cual se adapta su figura, este es un claro ejemplo de la postura inestable típica de las figuras de Berruguete. Esta postura es conocida como la Forma Serpentinata, característica del Manierismo Italiano, esta se caracteriza por dar forma de “S” a las figuras, esta debe ser contemplada desde varios puntos de vista y no solo desde uno, podemos decir además que esta es una extensión del contraposto de la Antigüedad Clásica.

El desnudo del cuerpo humano está completamente conseguido y los ropajes, finos y adheridos a la anatomía del cuerpo, refuerzan el dinamismo de la figura.

Como ya hemos nombrado antes, esta escultura presenta una enorme abundancia de oro aplicado en ropajes, cabellos, objeto, fondo… que ayuda a lograr el efecto sobrenatural de lo representado.
Berruguete fue considerado uno de los máximos exponentes de la Escuela de Valladolid en el siglo XVI, fue tan famoso en Castilla como Miguel Ángel en Italia ya que fue el primero en traer a la escultura y pintura española el aire del cinquecento manierista italiano.

Las obras de este fueron una referencia para los artistas del Renacimiento, trajo de Italia una nueva manera de expresar el arte. El Barroco en España se vio influenciado ya que el tallado en madera y la policromía eran usados exclusivamente en la escultura religiosa, como podemos observar en los retablos y los pasos procesionales.

Actualmente, se encuentra en el Museo Nacional de Escultura de Valladolid. Este fue retirado del retablo y expuesto en dicho museo.

Ana Ibáñez, Carmen Romero y Cristina Blas.




EL ESCORIAL

El Escorial es un edificio denominado Monasterio Real de San Lorenzo de El Escorial, está situado en Madrid y se construyó entre 1562 y 1584, coincidiendo con el Renacimiento español. Este edificio pertenece al estilo herreriano caracterizado por la desnudez decorativa de la monumentalidad.
La idea de El Escorial es personal de Felipe II, que estará en la base de todo el proyecto y en la ejecución de sus planes constructivos. Su proyectista fue Juan Bautista de Toledo, éste se formó en Italia con Miguel Ángel y trabajó posteriormente en Nápoles. Más tarde fue llamado por Felipe II para que diseñara los planos del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial. Al morir lo sustituyó Juan Herrera, quien había viajado por Italia, Alemania y los Países Bajos, teniendo muy altos conocimientos de la práctica y la teoría arquitectónica. Manteniendo el proyecto de su maestro, introdujo algunas novedades como la elevación de la fachada delantera. También fijó la tipología de las torres, cubiertas con un alto chapitel de pizarra…
La construcción de El Escorial se plantea como conmemoración a la batalla de San Quintín, creada el día de San Lorenzo y tiene múltiples funciones: monasterio, palacio, iglesia, centro de cultura y arte, etc.
Es una edificación de planta rectangular, con las dependencias dispuestas en forma de cuadrícula, con forma de parrilla, esto es porque San Lorenzo fue quemado en una parrilla y le rinde homenaje a él. El conjunto está presidido por un templo rodeado de habitaciones reales que sobresale del rectángulo.
Tiene apariencia a la de un alcázar, con cuatro torres en la esquina y está rodeado de grandes jardines que abarcan numerosas hectáreas.
En cuanto al interior del palacio la entrada a él se realiza por la portada principal que se caracteriza por la superposición del orden toscano y el jónico en las columnas.  El piso superior está rematado además por un frontón. En el centro se encuentra la escultura de San Lorenzo y el escudo de armas de Felipe II. Da acceso al patio de los reyes, a su derecha se encuentra la biblioteca, es un amplio salón cubierto por una bóveda de cañón, la cual contiene muchos frescos imitando el estilo de Miguel Ángel.
El patio de los reyes da acceso a la iglesia, es de planta de cruz griega y el acceso está coronado por la cúpula inspirada en la de San Pedro del Vaticano. A uno de los lados encontramos el patio de los evangelistas.
En cuanto al exterior, sus tejados son de pizarra a dos aguas y sus paredes son lisas excepto por las numerosas ventanas.
Hay que señalar que la UNESCO lo declaró patrimonio de la humanidad en 1984.




Raquel Vivas y Celia Alfanjarín


Retrato ecuestre de Carlos V de Tiziano

Retrato ecuestre de Carlos V de Tiziano



Antes de dar comienzo al comentario de la obra, me gustaría haceros reflexionar sobre la importancia de la pintura visionaria de la época tardía del alquimista del color, quien fue Tiziano Vecellio.

El cuadro conmemora la victoria de Carlos V, en la batalla de Mühlberg. Esta batalla tuvo lugar el 4 de abril de 1547 entre las tropas de Carlos I de España y V del Sacro Imperio Romano Germánico y las de la Liga de Esmalcalda, con el triunfo de las primeras.

La batalla transcurrió en la ribera del rio Elba, donde se encontraban las tropas de la Liga Esmalcalda. Todo esto ubicado  en la localidad de Mühlberg, hoy perteneciente al estado alemán de Brandeburgo y en aquella época al de Sajonia.

El autor de esta obra fue Tiziano Vecellio, nació hacia 1477/1490 y falleció en Venecia el 27 de Agosto de 1576. Fue un pintor italiano del Renacimiento y uno de los mayores exponentes de la escuela veneciana.

En aspectos generales de la escuela veneciana, destacamos que la pintura del cinquecento dio continuidad a lo ya desarrollado en el quattrocento. Se caracterizó por dar una sensación general de bienestar y calidez. Esta escuela del cinquecento reafirmo múltiples aspectos, como fueron:

·         La plasmación de un mundo alegre, enmarcado en escenarios lujosos.

·         La representación de una atmosfera muy luminosa y llena de color.

·         Se introdujo un tipo de desnudo femenino delicado y sensual.

·         Las técnicas más empleadas fueron la pincelada suelta, que consiste en no utilizar una línea, sino que las figuras se van realizando por medio de pequeñas manchas de colores, pinceladas dadas unas junto a otras, también se le puede denominar como predominio del color sobre la línea. Los efectos que provoca este tipo de técnica son: dar más realismo al cuadro, concebir un paisaje más natural, mejora la capacidad de transmitir las texturas y el aumento de la unificación entre la figura y el fondo.

Por otro lado, la otra técnica empleada fue el sfumato, que consiste en difuminar los contornos de las figuras para crear la ilusión de existencia de aire entre ellas, creando un ambiente real. La invención de esta técnica, así como su nombre, se deben a Leonardo da Vinci.

Volviendo a Tiziano, decimos que fue reconocido entre sus contemporáneos como “el sol entre las estrellas”, en homenaje a la línea final del Paraíso de “La Divina Comedia” de Dante Alighieri.

Tiziano fue uno de los más versátiles pintores italianos, igualmente capacitado para ejecutar escenas mitológicas, cuadros de temática religiosa o retratos y paisajes, siendo estos dos últimos temas los cuales le lanzaron a la fama. Su obra atravesó muchas y diferentes etapas, en las que su estilo cambio drásticamente, provocando que algunos críticos dudasen en lo referente a si él mismo había pintado los cuadros de su primera etapa y los cuadros de sus etapas posteriores.

En cualquier caso, el conjunto de su obra se caracteriza por el uso del color, vívido y luminoso, con una pincelada suelta y una gran delicadeza.

En el cuadro aparece representado Carlos I de España y V del Sacro Imperio Románico Germánico. En todos los reinos y territorios de España era conocido con el nombre de Carlos I desde 1516 hasta 1556, uniendo así por primera vez en una misma persona las Coronas de Castilla, Reino de Navarra inclusive y Aragón. Asimismo fue Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico como Carlos V de 1520 a 1558. Hijo de Juana I de Castilla y Felipe I el Hermoso

Al introducirnos directamente en la obra comentada, decimos que el cuadro nos muestra al emperador a caballo, detenido frente al río Elba; fue ejecutada en el año 1548 por Tiziano, por encargo de la hermana del emperador, la Reina María de Hungría. Es una de las obras más celebres del artista y su único retrato a caballo pintado.

Es un lienzo pintado al óleo de 335 x 283, que pertenece al manierismo italiano y una de las obras más importantes del Renacimiento, ya que inaugura un género que hasta el momento se había tratado muy tímidamente y que alcanza su esplendor en el Barroco: el retrato real a caballo.

La obra se realizó en Augsburgo, tras la negación de Tiziano de venir a España. Comentamos también que Carlos V escogió a Tiziano para realizar numerosas obras, entre ellas la actualmente comentaba, debido a que el artista Tiziano era el predilecto del emperador.

Es el retrato iconográfico por excelencia, todo un símbolo del poder imperial. Representa al emperador como príncipe cristiano, vencedor del protestantismo y como símbolo de la hegemonía de los Austria sobre Europa.

En el cuadro, detrás del emperador observamos tan solo un bosque. Tanto la luz como los colores son cálidos, unos rojos inimitables y unos ocres apropiados al conjunto de la obra. Los colores se extienden con maestría, vivacidad y precisión sobre la manta que cubre al caballo, sobre la bella armadura o sobre el penacho que remata el casco del emperador, este despliegue de color aumenta y enfatiza el contraste, al colocarlos junto a la piel pálida del emperador donde se acusa cierta presencia de vejes y de melancolía. A su vez, el rostro del emperador se nos muestra serio e impasible.

Tiziano utilizó la técnica colorista propia de la pintura veneciana y la aplicó con gran sabiduría a los brillos de la armadura, al rojo y a los reflejos dorados de la gualdrapa del caballo y, sobre todo, a la iluminación y sentido atmosférico del paisaje en el que ha enmarcado al personaje. Especial atención préstamos a la realización pictórica de la armadura, en la que los brillos y las sombras no están, de ninguna manera, dados al azar, sino con una gran precisión individualizadora de aquello que está pintando, aun en sus mínimos detalles. La reciente restauración ha puesto en evidencia el cuidado con que Tiziano realizó no solo la figura, sino también este paisaje iluminado por las luces del crepúsculo y en el que, en su parte derecha, se pueden observar las brumas, y las ciénagas y estanques que, aún hoy día, son características de la ribera del Elba.

Tiziano fue muy hábil, al suavizar los rasgos menos agraciados del monarca (el prognatismo).

Este consiste en una deformación de la mandíbula por la cual ésta, bien en la parte superior o bien en la parte inferior, sobresale del plano vertical de la cara.

En la obra, Carlos V aparece sereno, con la lanza tendida hacia delante con la que crea una diagonal, y con la que indica su necesidad de avanzar. La lanza adquiere en este retrato un doble significado. Por una parte, hace alusión a Longinos, quien fue el que traspasó el costado del cuerpo de Jesús con su lanza; conocida como La Santa Lanza. Y por otro, al arma de San Jorge, caballero cristiano por excelencia.

Así mismo, también es símbolo del poder del emperador como general victorioso. Aunque de todas formas, la pintura no quiso hacer énfasis en la victoria militar, ya que el paisaje del fondo es plácido, sin tropas ni representación alguna de los enemigos derrotados.

Tiziano dota a la imagen del emperador de un aura casi sagrada, en su gesto determinado, impertérrito y ajeno a la fatiga.

Como dato curioso, que habla en favor del rigor histórico del artista, la armadura que viste el monarca es una valiosísima pieza labrada en oro y plata que se conserva en la Real Armería de Madrid.

Destacamos que Carlos V utilizó el arte como ningún monarca lo había hecho hasta el momento, así como su imagen de propaganda política. Tiziano combina los estereotipos de caballero medieval y de caudillo imperial, para crear el mejor resumen de una imagen pública tan compleja como fue la de Carlos V.

Tiziano recibió numerosas influencias, pero el artista más conocido del que las recibió, fue Leonardo da Vinci.

Además de los alumnos a los que tuvo bajo su tutela, entre los que podemos nombrar a Tintoretto, también influyo en artistas posteriores como fueron: Rubens, Velázquez, Rembrandt, Goya, entre otros. Destacamos que El Greco aprendió de Tiziano la pintura al óleo y su gama de colores.

Para finalizar este comentario, hablaremos de alguno de los daños que sufrió la obra, como fue el incidente de Augsburgo, en donde la obra, tras ser acabada, fue derribada por el viento mientras ésta se secaba, resultando dañado en la grupa del caballo, la grieta cuentan que fue reparada por otro artista (Christoph Amberger). Otro daño que recibió la obra fue en el incendio del Alcázar de Madrid en 1734. Se atribuye a este siniestro el oscurecimiento de la zona inferior, donde los colores de la tierra y la hierba se ven quemados y reducidos a un ocre oscuro. 

Afortunadamente y gracias a la última limpieza y restauración de la obra, las partes esenciales se conservan mejor y actualmente se aprecian en todo su esplendor. La obra pasó al Museo del Prado en el siglo XIX, donde en la actualidad se exhibe al público.    



Gustavo Armas y Guillermo Jiménez. 

lunes, 16 de febrero de 2015

LA TEMPESTAD DE GIORGIONE


Esta obra pertenece al pintor italiano llamado Giorgio Barbarelli, más conocido como Giorgione, nació en Castelfranco (Venecia) en 1477. Con tan solo 10 años fue admitido como aprendiz en el taller de Giovani Bellini, el pintor más famoso de la ciudad. Otros de sus maestros fueron Antonello de Messina, que dio a conocer la técnica del óleo en Venecia, Leonardo Da Vinci, del que aprendió la técnica del esfumado. Esta técnica consistía en aumentar varias capas de pintura extremadamente delicadas proporcionando a la composición unos contornos imprecisos, así como un aspecto de antigüedad y lejanía.

Con 23 años ya deslumbraba al público con sus retratos. En la evolución de su estilo se diferencian dos etapas: en un primer momento se encuentra ligado a la pintura de los maestros del Quattrocento veneciano, abarcando temas religiosos en la que destaca el “Retablo de Castelfranco”. En la segunda etapa hay una riqueza de efectos cromáticos y destaca el uso del paisaje no como marco si no como personaje de la obra, como se aprecia en “La Tempestad”.

Giorgione introduce la novedad de pintar al óleo sin bocetos ni dibujos previos aplicando directamente el color sobre el lienzo. Concibió la pintura en color y no como un dibujo coloreado, lo que supuso una revolución de enorme trascendencia. Los paisajes que pinta dejan de ser simples fondos accesorios para adquirir un protagonismo muy importante en la propia pintura.
Sus obras tuvieron gran influencia en el desarrollo de la escuela veneciana y sobre todo en su discípulo Tiziano.

La escuela veneciana destacó porque perfeccionaron la técnica al óleo que se utilizaba preferentemente sobre tela o lienzo y ya no sobre tabla. Se profundiza en la utilización de la perspectiva aérea. Los colores son más luminosos, de gruesa pasta que hacen que la luz surja de sí mismos. La pintura veneciana influirá en la pintura barroca.

En cuanto al análisis de la obra, el cuadro mide 82 cm x 73 cm. La Tempestad es un lienzo y está realizado con la técnica del óleo.

Hay unas interpretaciones en cuanto al tema de esta obra. Una de ellas es que narra el episodio mitológico del niño Pans siendo amamantado. Otra es la interpretación religiosa del rescate de Moisés del río Nilo.

En cuanto a la perspectiva es aérea. Los colores que predominan son colores fríos, saturados y apagados como el azul y el verde aunque también aparecen colores cálidos como el rojo y colores neutros como el blanco. La pincelada es pequeña y fina para darle mayor realismo a la obra. Para la luz, se utiliza la técnica del esfumado en el cielo con el fin de darle mayor profundidad al paisaje.
La sensación que le transmite esta obra al espectador es de frialdad ya que este cuadro es muy oscuro y sus personajes no expresan ningún sentimiento entre ellos.

En cuanto a la descripción de la obra, es el paisaje el que cobra mayor importancia. El cielo está tormentoso, es de color azul plata y aporta tensión y dramatismo a la obra. Está rasgado por la luz de un rayo vertical que sirve para guardar la distancia entre los personajes. En el fondo, se puede observar un pueblo con sus casas que parece que es Castelfranco, el pueblo natal de Giorgione. Más adelante se pueden ver edificios en ruinas. También un puente por el que pasa un riachuelo. A los laterales hay árboles que están en movimiento por el aire que hace. También está presente la verticalidad y la horizontalidad presentes en el puente, en las columnas.

Llama la atención las columnas rotas que aparecen detrás del personaje masculino. Parece ser que representan la muerte.

En cuanto a los personajes vemos a una mujer amamantando a un niño. Su forma es de triangulo y está desnuda completamente aunque lleva un paño blanco que apenas le cubre los hombros. El color blanco simboliza la pureza de la mujer. Al otro lado del río aparece una figura masculina que está en postura de contraposto. Por su vestimenta hay que decir que era de buena familia ya que lleva los pantalones con hendiduras en el tejido. Soporta una vara que carece de punta, su chaqueta es corta de mangas anchas y en él destacan los colores cálidos como el rojo y el amarillo.

Como curiosidad tenemos que decir que la figura masculina en un principio no iba a aparecer en la obra. Originalmente, Giorgione pintó a una mujer desnuda que se iba a lavar al río pero al final rectificó y pintó al soldado encima.

Existe una conexión entre la Tempestad de Giorgione y el “Desayuno en la hierba” de Manet. La relación se ve porque en el cuadro de Manet también aparece una mujer desnuda con dos hombres vestidos aunque en el caso de La Tempestad solo hay uno. En ambos cuadros el ambiente es rural.
Para finalizar, tenemos que destacar que actualmente la obra se encuentra en la Galería de la Academia de Venecia.

Una cita importante sobre esta obra es la de Vasari que fue un arquitecto, pintor y escultor del siglo XVI. Dice lo siguiente: “No hay ningún cuadro de Giorgione cuyo tema sea comúnmente aceptado por todos”.





Raquel Vivas y Celia Alfanjarín

LA ESCUELA DE ATENAS

Como ejemplo de la labor pictórica de Rafael Sanzio (1483-1520) vamos a detenernos en uno de sus frescos más famosos, que realizó para la estancia de la Signatura de los palacios vaticanos. Se trata, obviamente de “La Escuela de Atenas”, realizada entre 1509 y 1510. La cual actualmente se localiza en el museo del Vaticano.

Rafael de Sanzio fue unos de los grandes artistas del Renacimiento durante el período del Cinquecento italiano. Trabajó en Florencia y más tarde pasó a trabajar a Roma por recomendación de Bramante. Aquí Rafael cobró gran importancia puesto que es el encargado de la decoración de las estancias del Papa Julio II, siendo “La escuela de Atenas” una de ellas.

Esta obra pertenece al período del Cinquecento italiano, momento en el que recibía gran importancia la figura humana, humanismo, el cual se convierte en un tema recurrente durante este periodo. Aparece la diplomacia desde el aspecto político, creando conexiones diplomáticas influyendo en los artistas ya que se podían trasladar a muchos lugares y adquirir conocimientos. En cuanto a la localización Roma pasa a ser la principal potencia artística, en lugar de Florencia como en el Quattrocento.

Esta obra mide 7,7 metros x 5 metros y está situada sobre el muro de la Estancia de la Signatura del Vaticano por lo que es una pintura inmueble arquitectónica.

La técnica utilizada para plasmar esta obra sobre muro es la técnica del fresco.

En cuanto al tema hay que comentar que esta obra representa la filosofía a través de una sesión entre filósofos clásicos. La filosofía, una de las cuatro facultades clásicas junto con la teología, el derecho y la medicina decoran las paredes de la estancia.

Su composición es simétrica y lineal  formada por un gran eje axial entre los dos personajes principales Platón y Aristóteles. Mediante esta composición la obra se divide en dos partes. A cada lado aparecen los grupos compensados.

Por otra parte, creando equilibrio a la obra, se observa otro eje (horizontal) que recorre las cabezas del grupo principal. Mediante estas dos líneas se crea una estructura basada en el predominio de la línea y el ángulo recto, y  de las formas rectangulares y semicirculares, adquiriendo en esta obra armonía y regularidad. Esta pintura tiene una composición de las figuras en grupo. En el centro de la composición encontramos a Platón, anciano de la barba blanca, acompañado de Aristóteles, más joven vestido con un manto azul. A la izquierda hay otro grupo de filósofos reunidos con Sócrates. Más abajo, otro grupo de filósofos, entre los que se puede diferenciar a Pitágoras, quien escribe sobre un libro. A la derecha se sitúa Euclides, explicando con un compás, quien representa la figura de Miguel Ángel. Dentro de este grupo también se retrata al propio Rafael.

Su perspectiva es lineal creada a través de la arquitectura que nos conduce al punto de fuga central, que está situado entre las cabezas de los personajes principales Platón y Aristóteles, mediante esta técnica crea hincapié en la armonía y simetría. Otro elemento que contribuye a aumentar la sensación de profundidad es el arco en el que se enmarca la escena, mediante estos arcos de medio punto podemos percibir que se encuentran dentro de un templo romano.

En general se puede hablar de detallismo, especialmente en los rostros de los personajes y la descripción de la propia arquitectura.

En cuanto el color es policromado y como es típico en la época, se intenta compensar los fríos con los cálidos para crear armonía. Los colores fríos se pueden ver en el azul del cielo o de la túnica de Aristóteles, uno de los personajes principales. También tonos verdes como ocurre en la vestimenta del mismo filósofo y de otros. Los colores cálidos, el rojo o el naranja, se pueden observar en algunas de las túnicas, como es el caso de Platón.

El autor utiliza la luz natural con fines representativos creando volumen, mediante esta luz se puede observar la dimensión volumétrica o tridimensional de la obra, escorzo. El foco es cenital, es decir, proviene desde arriba y la distribuye de forma homogénea sin crear excesivos contrastes.


“Fue en la composición de las historias tan fácil y rápido que competía con la palabra escrita” dijo Vasari refiriéndose a Rafael, lo que es aplicable a esta escena donde los gestos, las expresiones o los movimientos de las figuras están interpretados con sabiduría, creando un conjunto lleno de gracia y vitalidad.



LA CAPILLA SIXTINA

La Capilla Sixtina es uno de los edificios más famosos de la ciudad del Vaticano perteneciente al Cinquecento Italiano. Está ubicada a la derecha de la Basílica de San Pedro y es conocida principalmente por los magníficos frescos de su interior.

Fue construida entre 1471 y 1484, en la época del Papa Sixto IV, de donde procede el nombre por el que es conocida, aunque inicialmente recibió el nombre de Capilla Palatina.

Su arquitecto fue Giovani d’Dolci, quien se inspiraba estructural y arquitectónicamente en antiguos edificios griegos.

La Capilla Sixtina es un edificio de planta rectangular y grandes dimensiones,  cuyo material de construcción fue el ladrillo. Mide aproximadamente 40,9m de largo por 13,4m de ancho.

El exterior del edificio carece de decoración y además, no cuenta con una fachada principal ni con entradas exteriores, solo se puede acceder a través del interior del Palacio Apostólico. Cuenta con unos grandes contrafuertes para reforzar las paredes exteriores, necesarios por el agrietamiento y hundimiento de la mampostería.

En referencia a su interior posee un techo abovedado que se encuentra a 20,7m de altura. Se trata de una bóveda de cañón dividida en nueve tramos que simulan diez arcos fajones. La parte inferior de estas bóvedas queda dividida en grandes pechinas elevadas sobre unas pilastras. La Capilla cuenta con dos vanos a cada extremo y seis a cada uno de los lados.

Como ya hemos indicado anteriormente, su interior destaca por los valiosos frescos que decoran la bóveda. En el año 1508 el Papa Julio II encargó a Miguel Ángel que volviese a pintar la bóveda de la Capilla Sixtina, la cual había sido pintada con anterioridad y contaba con un cielo azul oscuro con estrellas doradas. Éste aceptó el encargo a pesar de que se consideraba a sí mismo escultor y no pintor. Por ello es sorprendente que realizará los admirables frescos con los que cuenta la Capilla Sixtina.

Miguel Ángel nació en Caprese (Italia) en 1475 y falleció en Roma en 1565. Fue un arquitecto, escultor y pintor italiano renacentista, considerado uno de los mayores artistas de la historia, tanto por sus esculturas como por sus pinturas y obra arquitectónica. Desarrolló su labor artística a lo largo de más de setenta años entre Florencia y Roma, que era donde vivían sus grandes mecenas, la familia Médicis de Florencia y los diferentes Papas romanos.

Para las pinturas de la Capilla, Miguel Ángel utilizó una técnica llamada ``Buon Fresco´´ que se basaba en una reacción química denominada carbonatación.

 Esta técnica consistía en aplicarle a la pared muchas capas de cal. La primera mezclada con arena y el resto con mayor concentración de cal para dejar la superficie lisa. Una vez conseguido esto, y estando la pared húmeda, se aplican los colores que son absorbidos. Cuando la superficie se seca, se produce la carbonatación y los colores quedan integrados en la pared. Por lo tanto, esta técnica no dejaba margen de error, puesto que solo se podía pintar cuando la superficie aun estaba húmeda.

Para poder realizar los frescos de la bóveda, Miguel Ángel tuvo que levantar unos grandes andamios que se encontraban a 20m de altura, lo que le supuso un gran esfuerzo físico.

En referencia a las pinturas se pueden destacar nueve escenas que  representan las historias del génesis, desde la Creación hasta el renacer de la humanidad tras el Diluvio Universal: La separación de la luz y las tinieblas, La creación de los astros, La separación de tierras y aguas, La creación de Adan, La creación de Eva, El pecado original y la expulsión del Paraíso, el sacrificio de Noé, el Diluvio Universal y la embriaguez de Noé.

 Estas representaciones se encuentran en la franja central de la bóveda y se pueden agrupar entorno a tres significados: los tres primeros se refieren a la creación del mundo, los tres siguientes a la creación del hombre y la mujer, y los tres últimos a la maldad del hombre y el castigo divino. Además en las pinturas impares se pueden observar unos medallones sostenidos por unas figuras desnudas.

El hecho de que las figuras fueran representadas completamente desnudas no gusto demasiado al maestro de ceremonias,  Biagio de Cesana, y mando a un discípulo que tapara con más ropas a los personajes, pero Miguel Ángel se vengó de el pintándolo en el infierno y desnudo.

En cuanto a las paredes laterales de la capilla, se dividen en cuatro partes según sus pinturas:

-          La primera parte y la más alta, está formada por los lunetos donde se representa a los antepasados de Cristo con inscripciones en latín.

-          La segunda parte se representan a los pontífices expuestos por parejas a cada uno de los lados de los vanos.

-          La tercera parte, está formada por seis cuadros a cada lado y dos en la pared del fondo. Los de la izquierda del altar tratan la vida de Moisés y los de la derecha la de Jesucristo (entre los que se encuentra La última cena). Todos estos frescos fueron pintados por artistas del Renacimiento italiano, tales como: Perugino (La entrega de las llaves), Botticelli, Cosimo Rosselli, Domenico Ghirlandaio, Pinturicchio y otros.

-          La última parte se trata de las cortinas pintadas que coinciden con cada cuadro de la franja anterior.

En general, los colores que predominan en los frescos de la capilla  son colores primarios como el rojo y el azul, aunque también se pueden apreciar colores secundarios como el verde y el naranja.

Uno de los frescos más grandes de la Capilla Sixtina es la representación del Juicio Final. Mide 13.70m de alto y 12.20m de ancho y en él están representadas 400 figuras. Se encuentra situado en la pared del altar.

En la parte superior de la composición, que ocupa más de la mitad de la pared, está representado en el centro de la escena, el mundo celestial, presidido por Cristo que aparece levantando el brazo derecho en señal de impartir justicia. A su lado se puede observar a la Virgen María. Ambas figuras rodeadas por un conjunto de santos, vírgenes, apóstoles…

Por otro lado, en la parte intermedia a la derecha se encuentran los que ascienden a cielo, a la izquierda los pecadores que caen al infierno y en medio los ángeles que tocan trompetas para despertar a los muertos.

Por último, en la zona inferior izquierda se encuentra el traslado de los muertos en una barca hacia el juez del infierno. En los lunetos superiores están representados los ángeles con los instrumentos de la pasión.

Como ya hemos dicho anteriormente para realizar este fresco Miguel Ángel utilizó la técnica del ``Buon Fresco´´ y predominan los colores primarios como el rojo y el azul utilizado para el fondo.

Otro fresco destacado es la creación de Adán, que se encuentra en el centro de la bóveda de la capilla.

En este fresco Dios aparece con la mano derecha extendida hacia Adán para darle vida. Aparece rodeado de ángeles y su brazo izquierdo está alrededor de una figura femenina interpretada como Eva, aunque aún no había sido creada. El brazo izquierdo de Adán también está extendido de la misma manera que el brazo derecho de Dios, aunque sus manos no llegan a tocarse.

La gama de colores que predomina en esta representación son colores fríos. El color que  destacado en el cuadro es el  color  blanco del fondo que da un toque de luz al cuadro, dejando el primer plano, es decir a Adán y a Dios con un contraste de luz. También predomina el color verde en la superficie sobre la que está Adán y en una especie de fular que cae de una de los ángeles que rodea a Dios. Además, podemos observar el color rojo aunque en menos cantidad, en la nube sobre la que se encuentran Dios y los ángeles.

Cabe destacar la terriblitá que muestran los personajes, así como la  perfección y la anatomía voluminosa y musculosa de Adán.

Como curiosidad, se cree que Miguel Ángel escondió y camufló diferentes mensajes en los que se dejaba ver su crítica a la Iglesia católica.

Cabe destacar que  la Capilla Sixtina junto con sus frescos fue restaurada entre los años 1980 y 1984. En la restauración se dejaron sin limpiar pequeñas secciones para que se apreciara el contraste entre el estado de las pinturas antes  y después de ésta.

Finalizaremos con una cita del Papa Juan Pablo II: "Los frescos que aquí contemplamos nos introducen en el mundo de los contenidos de la Revelación. Las verdades de nuestra fe nos hablan desde cada lugar. De ellas, el genio humano ha sacado la inspiración empeñándose en revestirlas de formas de una belleza inigualable".








LA VIRGEN DE LAS ROCAS

En el Cinquecento italiano y en manos de Leonardo Da Vinci encontramos la magnífica pintura titulada La Virgen de las Rocas.

La Virgen de las Rocas es el nombre usado generalmente para denominar dos cuadros de Leonardo Da Vinci pintados con idéntica composición pictórica.

Leonardo nacido en Florencia, fue uno de los grandes maestros del Renacimiento, sus innovaciones en el campo de la pintura determinaron la evolución del arte italiano durante más de un siglo después de su muerte.
Vivió en la transición del Quattrocento y Cinquecento aunque destaca en el último periodo.

La Virgen de las Rocas es una pintura realizada en óleo sobre madera, con unas dimensiones aproximadas de 199x122. La considerada primera versión del Louvre fue trasferida posteriormente a lienzo desde el panel original de  madera pero la de Londres aún permanece en tabla.

Leonardo eligió pintar un momento apócrifo (es decir, ocurrió pero no es reconocido ni aparece en las Sagradas Escrituras) de la infancia de Cristo cuando Juan Bautista niño, huérfano, refugiado dentro de una gruta y protegido por un ángel encuentra a la sagrada familia en su huida de Egipto.
En la imagen aparecen: San Juan Bautista, Jesús, El ángel Uriel y la Virgen María.

La obra es una escena  familiar, cortesana, las ricas ropas de la Virgen y el ángel los presentan como personajes nobles, religiosos. Las figuras oscilan entre lo femenino y lo masculino, y entre los divino y lo terrenal.

La composición de la obra es piramidal y centrada, ordenada mediante la disposición de las figuras y por las actitudes de estas, que confluyen en la visión del niño como punto central. El vértice superior seria la cabeza de la Virgen que, en un perfecto escorzo extiende su mano sobre la cabeza de Jesús, su hijo. Parece arrodillada protegiendo dulcemente a  San Juan con su mano derecha y con la izquierda ampara un círculo establecido por sus propias cabezas.

En el cuadro predominan las líneas del contorno de las figuras.
Los colores más utilizados son: el marón, negro y azul. Contrasta el uso de colores fríos (azul, verde) y cálidos (naranja, marrones) que dan vitalidad a las personas y acercan los objetos.
Utiliza la técnica del claroscuro en la que la luz es la creadora de sombras y mediante la perspectiva aérea, disecciona el espacio en tres puntos: dos en los lados del horizonte y uno hacia abajo.

Las figuras están llenas de profundo simbolismo logrado por la técnica del esfumato (capacidad simultanea óptica y pictórica de anteponer entre el que mira y las formas, el velo inmaterial aunque perceptible de la atmósfera). Logra crear una superficie aterciopelada que funde figura y ambiente, desaparecen los perfiles y las sombras se funden gradualmente.

La Virgen de las Rocas nos indica la resolución del problema de las contradicciones entra naturaleza y religión, historia natural y religiosa. Leonardo concibe la naturaleza como algo misterioso yen perpetuo movimiento.

En el segundo cuadro (Londinense) las figuras son más grandes y los drapeados más sencillos. Fue concebida por Leonardo y no como una copia de la primera, sino como una variante de la misma, querida y meditada por el autor. Las figuras levemente mayores, simplificadas en paños, dan una impresión de mayor monumentalidad, mientras el fondo se muestra con una menos minuciosidad en los detalles. También hay diferencias en la actitud y tratamiento de las figuras que muestran mayor riqueza de matices, en la de París y más simplificados en la de Londres.


Las sombras son más oscuras, el tratamiento del color y los detalles, no son siempre el resultado de una mano inexpertas, como muchas veces se ha dicho, sino el complemento de una ambiente, más luminoso en la obra de París que en la de Londres.

MOISÉS DE MIGUEL ÁNGEL


Esta escultura es una obra renacentista que data del siglo XVI, y pertenece a la etapa del Cinquecento Italiano.

Fue realizada en 1515 por el escultor florentino Miguel Ángel Buonarotti. Miguel Ángel fue considerado uno de los escultores más importantes del Cinquecento italiano que trabajó en todos los campos: arquitectura, escultura y pintura. Aunque siempre sintió una gran predilección por la escultura.

Trabajó principalmente en Florencia para los Médicis, y en Roma para el Papado. Esta escultura forma parte de las obras realizadas en Roma, pues se trata del sepulcro del Papa Julio II. Originalmente fue diseñado como conjunto exento para situarse en la basílica de San Pedro del Vaticano, pero finalmente se ubicó adosado a un muro en la Iglesia de San Pietro in Vincoli de Roma, donde actualmente se puede contemplar.

La obra escultórica de Miguel Ángel se divide en tres etapas:

-La etapa de juventud: A la que pertenecen las obras de La Piedad del Vaticano o El David.

-La etapa de madurez: que se considera la etapa de transición entre el Cinquecento y el Manierismo. A esta etapa es a la que pertenece el Moisés, además de otras obras como Los Esclavos.

El Manierismo es un estilo artístico que se difundió en Europa occidental en la segunda mitad del siglo XVI, cuando los elementos principales del Renacimiento empezaban a entrar en crisis.

Aunque mantenía muchas de las características más importantes del arte renacentista, el Manierismo significó un progresivo abandono de la proporción de las figuras, del uso de líneas claras y definidas y de las expresiones serenas y dulces de los personajes renacentistas. Este estilo artístico se considera un período de transición entre el arte renacentista y el arte barroco.

-La etapa de vejez: se define claramente dentro del Manierismo. A esta etapa pertenece la obra de La Piedad Rondanini.

Como ya hemos nombrado anteriormente, esta escultura pertenece a la etapa de madurez en la que evoluciona hacia unas tendencias manieristas, lo que hace que en sus obras aumente la inestabilidad, el movimiento y la expresividad.

Además, en esta etapa Miguel Ángel abandona los rostros serenos de la etapa anterior, y desarrolla la expresión de indignación, enfado y violencia contenida que conocemos como la terribilità. Esta expresividad acentuada se debe no sólo a la evolución artística del autor, sino también a la enorme influencia que ejerce en él el conjunto helenístico El Laocoonte, que fue descubierto en 1506.                                 

En el momento del descubrimiento Miguel Ángel estaba presente y le impresionó profundamente, tanto que en el Moisés se pueden observar características similares al Laocoonte, como son el trabajo en la barba y en el cabello y la monumentalidad de la musculatura.

Miguel Ángel, era considerado un gran genio renacentista, por ello el propio Papa Julio II le encargó que realizase su tumba. En un principio el proyecto estaba destinado a ser una estructura independiente, con más de 40 esculturas y con unas medidas que superaban los 10 metros de alto por 7 de ancho. Sin embargo, tras la muerte del papa el proyecto terminó siendo una tumba con un muro sencillo y con menos de un tercio de las figuras incluidas en el proyecto inicial.

En referencia a la temática de la escultura, se trata de un tema bíblico en el que se representa al profeta Moisés, que tras recibir de Yahvé las Tablas de la Ley, baja del monte Sinaí y observa que el pueblo hebreo está adorando a un Dios pagano, un Becerro de Oro. Lleno de ira lanza las Tablas contra el suelo. La escena representada en esta obra es el momento justo antes del rompimiento de las Tablas, momento de mayor tensión.

En cuanto a sus características técnicas, se trata de una escultura exenta, de cuerpo entero y sedente, tallada en mármol y adherida al muro.

El autor busca la belleza centrado su interés en la anatomía humana, con un modelado perfecto en el que luz resbala por el mármol blanco pulido. Logra un gran naturalismo en los pliegues que forma la caída de las ropas, donde el juego de luces y sombras, provocadas por las profundas oquedades en el mármol, otorgan un mayor volumen a la figura.

El Moisés muestra unas claras características renacentistas. Una de las más destacadas en esta escultura es el movimiento, que se puede observar en el pelo y la barba, así como en la posición de sus piernas, la izquierda detrás de la derecha como si fuera a levantase.

En esta obra los detalles del cuerpo son de gran relevancia. Se pueden apreciar en la musculatura, la hinchazón de las venas, en la expresión de su rostro que aparece fruncido y en su mirada, que muestra su enfado. Esto es conocido como la famosa terribilitá miguelangelesca que el autor utiliza para cargar a sus figuras de emociones intensas, colocándolas en el instante previo a la acción. En esta obra corresponde al momento antes del rompimiento de las Tablas.

La composición es cerrada y clásica. Los brazos y piernas, siguiendo tradiciones clásicas, se componen en contrapposto. En la escultura se observa una disimetría entre las dos partes del cuerpo. La pierna derecha adelantada, mientras el brazo del mismo lado se retrae. Y lo contrario en la parte izquierda, pierna atrasada con brazo adelantado. Toda la figura se enmarca en un triángulo isósceles con un claro eje vertical generado por la cabeza, barba y pliegue central entre las piernas. Aunque se podría hablar de una pirámide ya que la escultura tiene profundidad.
  
En esta escultura, resultan curiosos dos cuernos que se pueden apreciar en la cabeza del Moisés. Esto se debe a un error en la traducción. El santo San Jerónimo, se dedicó a la traducción de la biblia al latín y en el pasaje en el que se narra la llegada de Moisés del monte Sinaí, tradujo la palabra hebrea Karam con el significado de cuerno, en lugar de su significado original: destello o iluminación.

Para finalizar, cabe destacar que la escultura del Moisés es, entre otras, una de las obras más destacadas de la trayectoria artística del gran genio renacentista Miguel Ángel.


Como curiosidad, debido a la gran realización de la obra, en la rodilla se puede apreciar una marca que Miguel Ángel dejó tras golpear la escultura y hacer la siguiente pregunta: “¿Por qué no me hablas?”, sintiendo que lo único que faltaba por extraer del mármol era la propia vida.