En
el Cinquecento italiano y en manos
de Leonardo Da Vinci encontramos la magnífica pintura titulada La Virgen de las
Rocas.
La
Virgen de las Rocas es el nombre usado generalmente para denominar dos cuadros de Leonardo Da Vinci
pintados con idéntica composición pictórica.
Leonardo nacido en Florencia, fue uno de los
grandes maestros del Renacimiento, sus innovaciones en el campo de la pintura
determinaron la evolución del arte italiano durante más de un siglo después de
su muerte.
Vivió
en la transición del Quattrocento y Cinquecento aunque destaca en el último
periodo.
La
Virgen de las Rocas es una pintura realizada
en óleo sobre madera, con unas dimensiones aproximadas de 199x122. La
considerada primera versión del Louvre fue trasferida posteriormente a lienzo
desde el panel original de madera pero
la de Londres aún permanece en tabla.
Leonardo
eligió pintar un momento apócrifo (es
decir, ocurrió pero no es reconocido ni aparece en las Sagradas Escrituras) de
la infancia de Cristo cuando Juan Bautista niño, huérfano, refugiado dentro de
una gruta y protegido por un ángel encuentra a la sagrada familia en su huida de Egipto.
En
la imagen aparecen: San Juan
Bautista, Jesús, El ángel Uriel y la Virgen María.
La
obra es una escena familiar, cortesana, las ricas ropas de la
Virgen y el ángel los presentan como personajes nobles, religiosos. Las figuras
oscilan entre lo femenino y lo masculino, y entre los divino y lo terrenal.
La
composición de la obra es piramidal
y centrada, ordenada mediante la disposición de las figuras y por las actitudes
de estas, que confluyen en la visión del niño como punto central. El vértice
superior seria la cabeza de la Virgen que, en un perfecto escorzo extiende su mano sobre la cabeza de Jesús, su hijo. Parece
arrodillada protegiendo dulcemente a
San Juan con su mano derecha y con la izquierda ampara un círculo
establecido por sus propias cabezas.
En
el cuadro predominan las líneas del contorno de las figuras.
Los
colores más utilizados son: el
marón, negro y azul. Contrasta el uso de colores fríos (azul, verde) y cálidos
(naranja, marrones) que dan vitalidad a las personas y acercan los objetos.
Utiliza
la técnica del claroscuro en la que
la luz es la creadora de sombras y mediante la perspectiva aérea, disecciona el
espacio en tres puntos: dos en los lados del horizonte y uno hacia abajo.
Las
figuras están llenas de profundo simbolismo
logrado por la técnica del esfumato
(capacidad simultanea óptica y pictórica de anteponer entre el que mira y las
formas, el velo inmaterial aunque perceptible de la atmósfera). Logra crear una
superficie aterciopelada que funde figura y ambiente, desaparecen los perfiles
y las sombras se funden gradualmente.
La
Virgen de las Rocas nos indica la resolución del problema de las contradicciones
entra naturaleza y religión, historia natural y religiosa. Leonardo concibe la
naturaleza como algo misterioso yen perpetuo movimiento.
En
el segundo cuadro (Londinense) las
figuras son más grandes y los drapeados más sencillos. Fue concebida por
Leonardo y no como una copia de la primera, sino como una variante de la misma,
querida y meditada por el autor. Las figuras levemente mayores, simplificadas
en paños, dan una impresión de mayor monumentalidad, mientras el fondo se
muestra con una menos minuciosidad en los detalles. También hay diferencias en
la actitud y tratamiento de las figuras que muestran mayor riqueza de matices,
en la de París y más simplificados en la de Londres.
Las
sombras son más oscuras, el tratamiento del color y los detalles, no son
siempre el resultado de una mano inexpertas, como muchas veces se ha dicho,
sino el complemento de una ambiente, más luminoso en la obra de París que en la
de Londres.
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