lunes, 16 de febrero de 2015

LA ESCUELA DE ATENAS

Como ejemplo de la labor pictórica de Rafael Sanzio (1483-1520) vamos a detenernos en uno de sus frescos más famosos, que realizó para la estancia de la Signatura de los palacios vaticanos. Se trata, obviamente de “La Escuela de Atenas”, realizada entre 1509 y 1510. La cual actualmente se localiza en el museo del Vaticano.

Rafael de Sanzio fue unos de los grandes artistas del Renacimiento durante el período del Cinquecento italiano. Trabajó en Florencia y más tarde pasó a trabajar a Roma por recomendación de Bramante. Aquí Rafael cobró gran importancia puesto que es el encargado de la decoración de las estancias del Papa Julio II, siendo “La escuela de Atenas” una de ellas.

Esta obra pertenece al período del Cinquecento italiano, momento en el que recibía gran importancia la figura humana, humanismo, el cual se convierte en un tema recurrente durante este periodo. Aparece la diplomacia desde el aspecto político, creando conexiones diplomáticas influyendo en los artistas ya que se podían trasladar a muchos lugares y adquirir conocimientos. En cuanto a la localización Roma pasa a ser la principal potencia artística, en lugar de Florencia como en el Quattrocento.

Esta obra mide 7,7 metros x 5 metros y está situada sobre el muro de la Estancia de la Signatura del Vaticano por lo que es una pintura inmueble arquitectónica.

La técnica utilizada para plasmar esta obra sobre muro es la técnica del fresco.

En cuanto al tema hay que comentar que esta obra representa la filosofía a través de una sesión entre filósofos clásicos. La filosofía, una de las cuatro facultades clásicas junto con la teología, el derecho y la medicina decoran las paredes de la estancia.

Su composición es simétrica y lineal  formada por un gran eje axial entre los dos personajes principales Platón y Aristóteles. Mediante esta composición la obra se divide en dos partes. A cada lado aparecen los grupos compensados.

Por otra parte, creando equilibrio a la obra, se observa otro eje (horizontal) que recorre las cabezas del grupo principal. Mediante estas dos líneas se crea una estructura basada en el predominio de la línea y el ángulo recto, y  de las formas rectangulares y semicirculares, adquiriendo en esta obra armonía y regularidad. Esta pintura tiene una composición de las figuras en grupo. En el centro de la composición encontramos a Platón, anciano de la barba blanca, acompañado de Aristóteles, más joven vestido con un manto azul. A la izquierda hay otro grupo de filósofos reunidos con Sócrates. Más abajo, otro grupo de filósofos, entre los que se puede diferenciar a Pitágoras, quien escribe sobre un libro. A la derecha se sitúa Euclides, explicando con un compás, quien representa la figura de Miguel Ángel. Dentro de este grupo también se retrata al propio Rafael.

Su perspectiva es lineal creada a través de la arquitectura que nos conduce al punto de fuga central, que está situado entre las cabezas de los personajes principales Platón y Aristóteles, mediante esta técnica crea hincapié en la armonía y simetría. Otro elemento que contribuye a aumentar la sensación de profundidad es el arco en el que se enmarca la escena, mediante estos arcos de medio punto podemos percibir que se encuentran dentro de un templo romano.

En general se puede hablar de detallismo, especialmente en los rostros de los personajes y la descripción de la propia arquitectura.

En cuanto el color es policromado y como es típico en la época, se intenta compensar los fríos con los cálidos para crear armonía. Los colores fríos se pueden ver en el azul del cielo o de la túnica de Aristóteles, uno de los personajes principales. También tonos verdes como ocurre en la vestimenta del mismo filósofo y de otros. Los colores cálidos, el rojo o el naranja, se pueden observar en algunas de las túnicas, como es el caso de Platón.

El autor utiliza la luz natural con fines representativos creando volumen, mediante esta luz se puede observar la dimensión volumétrica o tridimensional de la obra, escorzo. El foco es cenital, es decir, proviene desde arriba y la distribuye de forma homogénea sin crear excesivos contrastes.


“Fue en la composición de las historias tan fácil y rápido que competía con la palabra escrita” dijo Vasari refiriéndose a Rafael, lo que es aplicable a esta escena donde los gestos, las expresiones o los movimientos de las figuras están interpretados con sabiduría, creando un conjunto lleno de gracia y vitalidad.



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